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🗣 ENTROPÍA POLÍTICALA POLÍTICA NO ADMITE VACÍOS

🗣 ENTROPÍA POLÍTICA


LA POLÍTICA NO ADMITE VACÍOS


𝑷𝒐𝒓 𝑬𝒅𝒈𝒂𝒓𝒅𝒐 𝑳ó𝒑𝒆𝒛 𝑹𝒐𝒃𝒍𝒆𝒔


Querido lector: las verdades tienen un poder indiscutible cuando estas, son expresadas en el momento oportuno. De lo contrario, pierden fuerza y efecto. Esto se refleja en las recientes declaraciones de Rosario Orozco, viuda del exgobernador Miguel Barbosa. Sus palabras, cargadas de verdades y percepciones sesgadas, también dejan entrever una confesión de ingenuidad política.

¿Qué motivó a Orozco a realizar fuertes declaraciones contra el actual gobernador de Puebla? Para comprenderlo, es necesario analizar el contexto político vigente del Estado. Salomón céspedes peregrina, mandatario saliente, logró consolidarse entregando resultados electorales sólidos y facilitando una transición ordenada hacia Alejandro Armenta, próximo gobernante. Este movimiento dejó al barbosismo completamente desplazado del escenario estatal, lo que explica el trasfondo emocional y político de las palabras de Orozco, quien percibe esto como una traición al legado de su esposo.

Sin embargo, las declaraciones de Orozco también evidencian la extinción del barbosismo como fuerza política. La prueba más clara de este fenómeno es la composición del nuevo Comité Estatal de Morena, donde los grupos cercanos al fallecido mandatario fueron reemplazados por dos corrientes emergentes: el cespedismo, liderado por Sergio Salomón Céspedes, y el armentismo, encabezado por Alejandro Armenta. Estas fuerzas, en un acto de pragmatismo político, lograron un acuerdo que consolidó su control y marca una nueva etapa en la política poblana.

Lejos de ser ilegal o inmoral, este reacomodo refleja una mutación natural en política. Cuando una figura central desaparece, las ausencias de poder son rápidamente ocupados por nuevos liderazgos. Dicho proceso no debe interpretarse en una traición, sino como una evolución necesaria para mantener la competitividad del partido. La política, después de todo, es dinámica y exige alianzas estratégicas para garantizar gobernabilidad. La crítica de Orozco a estos procedimientos es, en cierto sentido, una expresión de ingenuidad. El amable lector no debería olvidar, que las enciclopedias de la historia sobre la supremacía nos enseñan que los vacíos tienden a ser cubiertos por aquellos que tienen la capacidad de negociar y reorganizar las estructuras existentes. El legado de Miguel Barbosa, que Orozco busca reivindicar, no fue suficientemente sólido para resistir los reacomodos inevitables tras su muerte. Lo que ella percibe como deslealtad, otros lo entienden como una consecuencia normal de las dinámicas políticas modernas.

Las críticas de Orozco omiten un hecho clave: muchas de las situaciones que señala se originaron durante la administración de su esposo. Miguel Barbosa fue quien impulsó reformas desde el Congreso, que definieron las formas de sucesión gubernamental ante contingencias como las vividas tras su fallecimiento. Este detalle, lejos de ser anecdótico, pone en evidencia la falta de autocrítica en su mensaje, debilitando sus argumentos. A lo largo de su tiempo como primera dama, Orozco tuvo la oportunidad de señalar las inconsistencias del modelo político que en la actualidad denuncia, pero no lo hizo. Por el contrario, su cercanía con el poder la convirtió en una aliada clave del gobernador, lo que inevitablemente la vincula con las decisiones que ahora critica.

A pesar de las tensiones, es imprescindible reconocer que el Estado atraviesa por una transición ejemplar. Sergio Salomón Céspedes y Alejandro Armenta han logrado un cambio de poder ordenado y estable. Ambos actores han demostrado madurez y compromiso con la ciudadanía, priorizando el interés público sobre sus diferencias. Este profesionalismo contrasta con la narrativa de ruptura que Orozco intenta construir. El comunicado de Orozco, aunque legítimo en sus preocupaciones, llega tarde y carece del impacto necesario para alterar las decisiones ya tomadas. El tiempo en política es crucial, y cuando se pierde el momento oportuno, las palabras posteriores son meros ecos sin fuerza real.

¿Un mensaje estratégico? Sin embargo, las expresiones de Orozco no son únicamente una crítica frontal. Cuando afirma que "su historia pronto comenzará a contarse", deja abierta la posibilidad de un reposicionamiento. Dicha frase sugiere que, aunque debilitada, su voz aún puede tener peso en el escenario local. Esta ambigüedad estratégica podría interpretarse como un intento de mantener abiertas las líneas de negociación con los actores actuales. Lo planteado por Orozco revela una realidad ineludible: cuando un grupo político carece de cohesión ideológica y depende de una figura central, su fragilidad se expone ante la ausencia del líder. La falta de un proyecto colectivo sólido condena a los integrantes ha buscar alternativas individuales, lo cual refleja la precariedad de estructuras basadas en liderazgos individualistas.

El comunicado de Rosario Orozco, más que una denuncia, es una lección sobre las consecuencias de no prever mecanismos de sucesión y cohesión. En política, la continuidad de un proyecto no deberían depender exclusivamente del carisma de un líder. Orozco tiene razón en señalar la volatilidad de las lealtades políticas, pero su crítica también puede interpretarse como una autocrítica indirecta al modelo de poder que defendió. Su declaración, aunque tardía, nos recuerda que la política no admite vacíos. Cuando estos se producen, son rápidamente llenados por aquellos que tienen la capacidad de adaptarse a las nuevas circunstancias.

Finalmente, la frase "Su historia pronto comenzará a contarse" podría ser tanto un mensaje de advertencia como una señal de que aún hay espacio para nuevas alianzas. En política, los paréntesis no son finales, sino oportunidades para replantear estrategias.

¡Nos vemos en la próxima edición!

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